Sugerencias para cultivar el hábito de la lectura
En estos tiempos de la pandemia existen para muchos un espacio para leer, y para incentivar la lectura con la familia. A continuación compartimos algunas excelente sugerencias enviadas por Lourdes Cordero de Bolivia.
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En las bancas de nuestras congregaciones encontraremos a muchos ‘analfabetos funcionales’: es decir personas que sabiendo leer y escribir no aplican estas habilidades para aplicarlas a su vida personal y profesional. En otras palabras no leen libros, incluyendo la Biblia, y limitan la escritura a lo estrictamente necesario.
Reconozco que el tema de la lectura, la falta de hábito o niveles pobres en la comprensión lectora es complejo. Además de la pobreza e inequidad, está el tema de la falta de oportunidades para acceder a una educación digna y una vida en mejores condiciones. Ante este cuadro, lo que no podemos hacer es limitarnos a lamentarnos por esta condición. En nuestro campo misionero, sea la familia, iglesia, lugar de trabajo o estudio podemos contribuir a fomentar el hábito de la lectura.
El amor por la lectura se aprende desde la edad temprana y los padres y maestros tienen un rol importante. Quizá algunos padres que no han cultivado este hábito se pregunten si ya es demasiado tarde para inculcar en sus hijos el amor por la lectura. Respondo que nunca es tarde, que siempre hay una oportunidad. Todos podemos desarrollar el hábito de la lectura, en este caso padres e hijos aprenderán juntos.
Lea en voz alta. En la casa o la clase de escuela dominical separe un tiempo de diez minutos para leer en voz alta. La lectura en voz alta ayudará a enriquecer el vocabulario de los niños. Explique el significado de las palabras nuevas, o expresiones y refranes. Al mismo tiempo hágales reflexionar sobre las conductas de los personajes, si son buenas o malas. Si hay un rol de lectores se debe prever de que los mismos no sean avergonzados por sus compañeros.
Lea en silencio. Establezca un tiempo de diez o más minutos, semanal o diario, para que cada miembro de la familia o la clase de escuela dominical lea su libro preferido. Si hay posibilidad recomiendo tener un tiempo para compartir las lecturas.
Lea cada día. Mientras lleve a sus hijos a su colegio pídales que lean los letreros, anuncios de las tiendas, publicidad, etc. El hecho es que les haga practicar diariamente la lectura. Podría preparar concursos como: quien encuentra la palabra ‘almuerzo’, ‘Banco’, ‘farmacia’, etc.
Lea libros delante de sus hijos. Recuerde que usted es el agente principal para desarrollar el amor por la lectura. Eso significa que su interés por la lectura debe ser visible. Cuando sus hijos le ven leer con frecuencia, ya sea la Biblia, otros libros o el periódico ellos aprenden que la lectura es algo importante.
Lea historias a sus niños. Antes que sus hijos duerman léales historias; especialmente a los niños más pequeños les encanta. Aproveche esta oportunidad para reforzar su comprensión haciendo algunas preguntas sobre la historia. Trate de coordinar un horario habitual para esta actividad.
Regale libros. En ocasiones especiales como cumpleaños o navidad regale libros a sus hijos o alumnos; seleccione buenos libros de acuerdo a su edad.
Haga leer a sus hijos delante de usted. Enséñele a pronunciar las palabras, hacer las pausas debidas, a leer con el ritmo correcto.
Visite la biblioteca. Lleve a sus hijos a la biblioteca de su zona. Saque libros y revistas para investigar sobre los temas que interesa a sus hijos.
Descubra oportunidades para leer. Lea durante el viaje de su casa al trabajo, siempre que usted no sea el conductor. Lleve siempre un libro en su cartera o maletín, de esa forma aprovechará el tiempo mientras espera su turno en el Banco o consultorio. A esos libros los llamo ‘libros de viaje.’
Vea películas y videos. Separe algún fin de semana para ver una película sobre una novela que leyeron, por ejemplo El príncipe Caspian a base del libro de CS Lewis. Luego pueden tener un tiempo para conversar sobre las diferencias que encontraron entre la novela y la película, la adaptación que se hizo, qué les gustó no les gustó.
Lourdes Cordero
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