Por Patricia Adrianzén de Vergara
Mi experiencia con la auto-publicación se remonta a mis años universitarios en la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Mayor de San Marcos. Era común entre los estudiantes de literatura que nos agrupáramos de dos o tres y formáramos un comité editorial para la publicación de revistas literarias. Generalmente estos esfuerzos no contaban con apoyo editorial ni financiamiento. No obstante, siempre había dos o tres revistas de proyectos creativas circulando en el ambiente.
En el año 2002 la Universidad Nacional Mayor de San Marcos editó un catálogo titulado “30 años de poesía peruana en revistas” (1971-2000).1 Este catálogo registra la importancia de las auto-publicaciones en las tres últimas décadas del siglo XX (décadas agitadas y convulsionadas del Perú contemporáneo); y es un testimonio del valor de la trayectoria de muchos escritores peruanos. Formada en este contexto, años más tarde decidí consagrar mi creación al servicio de Dios. Empecé escribiendo poesía; a través de ella quise dar a conocer a la persona de Jesús. No era un tema común dentro de la poética de nuestro tiempo, como no era tampoco común dentro del ambiente cristiano evangélico editar y publicar poesía. Así que iniciamos nuestra aventura editorial publicando un libro de poemas titulado Verbo Vivo.
El apoyo entusiasta de mi esposo me motivó a llevar el libro a las iglesias a través de la presentación de un acto artístico. Esta primera experiencia nos dejó varias lecciones: como que debía escribir teniendo en mente a un público lector y sus necesidades, que muchos no tenían ningún interés en la poesía, que la carátula de un libro es fundamental, que debíamos tomar en cuenta todo el proceso de edición sin saltarnos ni apresurar ninguna etapa.
Este primer reto de auto-publicación dio sus frutos, y aún ahora sigo recibiendo comentarios de personas que compraron el poemario y no solamente disfrutaron al leerlo sino que además pudieron usarlo para levar el mensaje de Jesús a otros. El segundo libro “Yo no pedí ser oro” lo publiqué dos años después. Y por el tema que traté y la forma en que lo hice tuvo una aceptación extraordinaria. Creo poder afirmar que es el libro que me dio a conocer como escritora de literatura cristiana. Ahora tenía un público cautivo y era hora de considerar sus necesidades para seguir escribiendo. Los siguientes años respondí a la necesidad de literatura para niños, adolescentes y jóvenes. Fue entonces cuando decidimos fundar nuestra editorial con el nombre del primer poemario “Ediciones Verbo Vivo”, con el lema “Forjando una sociedad con valores para el siglo XXI”.
Dificultades de la auto-publicación
Dos móviles me impulsaron a seguir con esta aventura: mi vocación literaria y la firme convicción de mi llamado. Estaba segura de que Dios me había dado este talento para usarlo en el ministerio. Lo que más nos animaba era ver la respuesta del público lector en nuestro medio y saber que estábamos contribuyendo a la edificación de la iglesia y a llevar el mensaje de Cristo hasta personas y lugares a
donde no podíamos ir personalmente pero sí a través de la palabra escrita.
¿Qué dificultades se nos presentaron en el camino?
Dificultades económicas
Como trabajaba en la edición de un libro y no cobraba mis propias regalías, reinvertía las ganancias en la publicación de otro libro, y así sucesivamente. Si queríamos sobrevivir como editorial, teníamos que aprender a ver el ministerio de la publicación de libros también como “empresa”. Fue difícil, en primer lugar porque no tenía preparación empresarial de ningún tipo. Segundo, porque al dedicarnos al ministerio como prioridad, no teníamos el tiempo suficiente. Pero puedo decir que Dios ha sido fiel. No tenemos un gran capital pero hemos podido seguir publicando. Agradecemos el apoyo de MAI, quien a través de Peter Cunliffe nos proveyó a mi esposo y a mí la capacitación financiera que necesitábamos para seguir publicando.
La falta de un equipo capacitado
Al carecer de un capital adecuado que me permitiera pagar salarios, debíamos hacer el trabajo solos, tanto en el campo editorial como en las demás áreas. Debía hacer sola el trabajo de marketing y ventas pues no contábamos con personal. Siempre tuve el apoyo de mi esposo, pero sus responsabilidades ministeriales le impedían dar más tiempo a la editorial. Por eso no tuvimos un ritmo de ventas rápidas como otras editoriales que tienen un gerente de ventas y un personal especializado. Además hacía sola el trabajo de edición, de corrección de estilo y demás. No lo recomiendo ahora pues es difícil que uno vea sus propios errores; siempre son necesarios otros ojos. Gracias a Dios conté con el apoyo desinteresado de algunos
amigos, especialmente una misionera, para la lectura y corrección de algunos textos. Cuando ingresamos a formar parte de la Red de Editoriales Latinas “Letra Viva” nos dimos cuenta de la importancia de tener un equipo de trabajo calificado para cada área.
Bajo nivel de lectura
Registro esto como una dificultad pues en nuestro país no es común que la gente lea. De alguna forma asumimos el reto de comunicar la importancia de la lectura en las iglesias. Era deprimente descubrir que muchos no estaban dispuestos a invertir en un libro, y peor aún que una gran mayoría mostraba un total desinterés. Pero gracias a Dios encontramos que en algunas congregaciones había pastores que se habían preocupado ya en enseñar la importancia de la lectura a sus miembros y tenían una iglesia “lectora”. No puedo dejar de mencionar tampoco el apoyo de varios pastores de mi denominación que siempre estuvieron dispuestos a promocionar mis libros y a proveerme un lugar de ventas en sus iglesias.
Perseverancia y disciplina
Estas dos cualidades son fundamentales. Considero que mis otras ocupaciones ministeriales me han impedido escribir más libros. Tengo proyectos comenzados, otros en proceso. Hay que luchar diariamente con el tiempo y ser fiel a una disciplina de trabajo. La mejor recomendación que siempre he recibido es que debemos escribir diariamente.
Creer en el producto
Cada libro ha sido escrito cumpliendo un propósito y buscando la dirección de Dios, trabajando arduamente. Eso me hace creer en mi producto. Sin embargo, cuando se trata de ti mismo a veces es difícil comunicarlo. Más fácil es promocionar a otro autor que “promocionarse” a sí mismo. Esto influye profundamente en el mercadeo del libro. He tenido que ser “osada”, salir al frente y hablar de mis propios libros, y confieso que me ha costado.
Capacitación editorial
Considero que siempre que nos lanzamos a una empresa o asumimos un reto, aunque empezamos de cero tenemos que seguir creciendo. Gracias a Dios en estos diez años hemos podido capacitarnos. Las Consultas de la Red “Letra Viva”, los cursos que pudimos llevar en ICPI en Cook Communications Ministries International, la participación en LITT-WORLD de MAI, todo ha contribuido grandemente a nuestro crecimiento. Contribuyó también a ampliar mi visión editorial, y así empezamos a publicar a otros autores. Sé que tengo la misión de seguir escribiendo, pero a la vez he asumido el reto de capacitar y promocionar a otros.
Un local adecuado
Esta es hoy nuestra gran necesidad. Estamos creciendo como empresa y necesitamos un almacén, un local desde donde distribuir los libros y donde pueda laborar un personal capacitado, sobre todo en el área de marketing y finanzas.
El posicionamiento
Aunque este aspecto no lo consideramos al principio, comprendemos ahora la importancia de posicionarse como una editorial de calidad y excelencia, de darnos a conocer a través de nuestros productos y tener un lugar no solamente en el mercado sino también en la mente y los corazones de nuestros lectores. Consideramos que “Verbo Vivo” ha conquistado ya un espacio significativo en nuestro país, y anhelamos seguir creciendo en calidad tanto en la forma como en el fondo. En cierto modo hemos asumido un liderazgo en literatura cristiana. Nos hemos lanzado a escribir y publicar acerca de temas cruciales de actualidad; nos hemos impuesto la tarea de responder a las interrogantes del momento con una respuesta bíblica, teológicamente coherente. Nos hemos trazado la tarea apologética y el reto de seguir adelante.
Inicié estas reflexiones compartiendo con ustedes la importancia que tuvo para el país la publicación de revistas literarias para preservar la creación poética de tres décadas. Creo que las editoriales cristianas estamos cumpliendo también con la misión no solamente de preservar sino además de dar a conocer los principios eternos de Dios a una sociedad en un tiempo convulsionado y difícil. Debemos animarnos mutuamente a continuar con esta maravillosa tarea
1. Catálogo. 30 años de poesía peruana en revistas (1971-2000). Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Biblioteca Central Pedro Zule. 131 pgs.