Creo

Cambiamos. El mundo cambió y reaccionamos como pudimos. Los ideales que nos identificaban perdieron sentido y la libertad quedó reducida a cómo satisfacemos nuestros deseos.

Perdimos. Buscando sobrevivir en medio de una sociedad postmoderna, perdimos mucho más de lo que habíamos conquistado. Perdimos referencia, identidad, y perdimos al otro. Ahora los vínculos son superficiales y descartables.

Caímos. Nos hemos vuelto individualistas y autosuficientes. Queremos todo a nuestra medida y comodidad. Tenemos comida “a la carta”, consumimos productos “a la carta” y practicamos una fe “a la carta”.

Regresemos. Necesitamos volver al principio. Se hace imprescindible reconocernos, escucharnos mejor y empatizar. Necesitamos recuperar lo que es más valioso que el oro: La fe. Fe en Dios, fe en nosotros mismos y fe en el otro.

Creamos. Acabamos de atravesar una crisis global. La pandemia del Covid no respetó raza, ni riqueza, ni poder. Alteró nuestros paradigmas y nos hizo volver a la dimensión real de nuestra condición. Es un tiempo de grandes oportunidades para transformarnos en vehículos de fe.

Contagiemos. Promovamos una nueva cultura de fe relacional que conecte a unos y otros desde la empatía, el respeto y el valor recíproco. En definitiva, se trata de volver a amar como Dios nos amó, sin condiciones. Porque amar es creer y creer es amar.