Entre Aguas y Arena
El autor del libro que tienes en tus manos se atreve a declarar que “la Biblia puede ser narrada como una historia del agua”. Cuando aceptamos la invitación a caminar con él por las múltiples experiencias del pueblo de Dios a lo largo de los siglos, entendemos el porqué de esta afirmación. En un relato detrás de otro, el agua asoma. No es nunca un ornamento poético. El agua vive también dentro de los designios del Altísimo y, por eso, limpia, sana, salva, ejecuta juicio, redime, brota, fluye, bendice y, también, se une a la adoración que le rinde toda la creación al Señor. Comenzamos a entender que el agua, tan natural y terrenal, posee fuertes vínculos con el misterio de lo celestial.
Debo confesarte que cuando Roberto me pasó el manuscrito me sorprendió la orientación del libro. No es un tema en el que me he detenido mucho a meditar. No obstante, conozco el precioso corazón de este varón. Me inspiran su seriedad y devoción, su compromiso con la extensión del Reino y su sano desprecio por aquellas manifestaciones de éxito con las que intenta cautivar nuestro corazón la cultura que nos rodea. Por todas estas razones decidí, al igual que la mujer en el pozo, aceptar la invitación a dialogar sobre el agua. Espero que te animes a recorrer ese mismo camino. No dudo de que serás no solamente gratamente sorprendido, sino que el proceso te ubicará ante desafíos que te invitan a seguir explorando esa vital conexión con Jesús que nos permite ser contados entre sus discípulos.
¡Adelante!
Chris Shaw
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