Las personas más propensas a un agotamiento crónico son las personas que ofrecen servicios, como docentes, personal de salud, funcionarios de seguridad, religiosos, pastores, policías o bomberos.
Estos mantienen trato cotidiano con personas que necesitan ayuda o que tienen graves problemas, lo que los obliga a exponerse a grandes tensiones y exige un alto compromiso emocional.