Cosecha del curso Cómo escribir para niños IV parte
Cuento No. 4
Entre dos caminos
Por Juliana Morillo
(inspirado en el salmo 1)
—¿Por cuál lado voy? ¿Qué camino escojo? —El joven Titubeo llega al fin del sendero que ahora se bifurca. Se halla indeciso entre dos caminos.
Su fiel mascota de años, Sofía, cuyo olfato era más sagaz que el de un zorro, se muestra también vacilante. Husmea por un lado y por el otro, sin dar pistas a su joven amo sobre dónde continuar.
Titubeo presiente que éste es un momento clave en su vida, en que tendrá que tomar una decisión importante. Se sienta con Sofía un momento, tratando de encontrar alguna pista que le indique qué rumbo tomar. Pero nada.
Tras lo que parece una espera interminable, se les acerca un grupo de caminantes. El corazón de Titubeo se alegra: —¡Seguro ellos sabrán qué camino tomar!
Vienen entretenidos, intercambiando chistes y chanzas.
—¡Ven hijo! ¡Acompáñanos! —Sí, parecen estar seguros del camino.
Tutibeo y Sofía se levantan animados a seguirlos. Doblan a la izquierda. ¡La charla es tan animada! ¡Abundan las carcajadas! ¡Con este entretenido grupo se hará corto el camino!
Prestando atención a las conversaciones, Titubeo de pronto se confunde. No son inocentes risas y carcajadas las que profieren. El grupo trama algo malo, y en el camino, va destruyendo todo lo que encuentra: arruinan cultivos de humildes campesinos para alimentarse; arrancan flores bellas, violentan a animales y, en fín, dejan tras sí una estela de destrucción. Cada acto acarrea una burla y un desprecio. Los caminantes invitan a Titubeo a tomar parte y celebran sus hazañas.
Levantando de pronto la mirada, Titubeo y Sofía logran vislumbrar a la distancia, el fin del sendero en el cual caminan: un paisaje destruido, opaco y vacío. Los caminantes nunca llegan a su destino, sino que se esparcen y desaparecen como paja que se lleva el viento.
De repente, con sentido de urgencia y peligro, antes de que los caminantes logren detenerlos, Titubeo y su mascota corren a toda prisa, regresando sin aliento, al punto de bifurcación.
Toman ahora el camino alterno, que aunque nublado, les brinda un sentido de protección. Mientras caminan, la espesa bruma se levanta, y encuentran con sorpresa que éste es un sendero muy distinto. Abundan en el camino nueces y frutos para satisfacer su hambre y compartir. Hay sitios de refresco donde recuperar sus fuerzas e inspirarse con las enseñanzas del Gran Caminante y Dueño del Bosque. Pero el camino no es del todo fácil: es montañoso, y exige disciplina y constancia.
Al levantar su mirada, Titubeo y Sofía divisan a la distancia, un Gran Bosque de árboles plantados junto a corrientes de agua fresca. Cada árbol se ve rebosante, vigoroso y fresco. No se ve ni una hoja caída. Es evidente que a los caminantes de este camino, todo les irá bien.
Con la seguridad de esta visión, Titubeo resuelve cambiar su nombre:
—Me llamaré Certero —dice a su mascota.
Por fin, con alegría y agradecimiento, acompañado de su incondicional mascota, Certero avanza por el camino hacia donde esperan los brazos del Gran Caminante.
Ahora dime… ¿Cuál camino escogerías tú?
Juliana Morillo es colombiana, misionera con la organización Latin Link, y Facilitadora para América Latina y el Caribe, de la Red por el Cuidado de la Creación. Trabaja en labores de educación y sensibilización ambiental con diferentes grupos y redes eclesiales locales, y a nivel latinoamericano. Encuéntrala en Instagram: @juliana.morillo.5 @redcuidadocreacion
1 comentario. Dejar nuevo
¡Qué bella y poética interpretación del salmo 1! Gracias Juliana