“En cada lugar —recuerda Padilla— John era el orador y yo servía como traductor. Sus exposiciones y su testimonio vivido ilustraban bien la afirmación que haría posteriormente en su comentario sobre las Cartas a los Tesalonicenses: «Cada ministerio auténtico comienza… con la convicción de que hemos sido llamados a usar la Palabra de Dios como sus guardianes y sus heraldos. Nuestra tarea es guardarla, estudiarla, exponerla, aplicarla y obedecerla».”