Poema ganador: El Amado entre arrayanes

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El Amado entre el arrayán
Por Paula Cardona González

Caminan pesadamente
por la montaña de incertidumbre.
Llevan cargados los ojos
con lluvia del corazón.
Las piernas pesan,
se resisten a subir la cuesta;
quieren alargar la despedida,
aunque el muerto hace rato durmió.

En lo alto de la cordillera
que atraviesa el centro de esta tierra
de olor a café recién molido
se esconde el Amado tras los mirtos.
Sus ojos compasivos
entre las flores blancas
refrescan el árbol de dulce olor.

Él llora el lamento
de las entrañas de la madre
que grita en silencio
por el único que ella crió.
Las flores cayeron a toda prisa
y le hicieron camino
para dar aliento a los pasos
de la mujer que lamenta
por el hijo arrebatado.

En esta guerra de más de medio siglo
los muchachos de sombrero y manos grandes
dejaron su azadón y su cultivo
para irse tras ella animados por el hambre
o por el arma que los obliga
a unirse sin motivo.

Pero el que escapa presuroso
por la novia que lo anhela
cae sin remedio
apagado por un tiro.
Y la corona de mirto
se deshace apretada entre los dedos
de la prometida en su desconsuelo.

Madre y novia
tomadas del regazo
van llorando cada una
su propio dolor.
Se encorvan suspirando y preguntando
cuándo el que mira entre los mirtos
convertirá el arma en azadón.

En el jardín de arrayanes
le dicen adiós al hijo y al enamorado
en cuya tumba un ramo blanco
dispusieron de rodillas, con dolor.
Madre y novia miran a lo Alto
implorando en un balbuceo:
“un poco de paz, por favor”.

El Amado tras los mirtos
escucha sus gemidos
y sopla sobre los estambres para esparcir el dulce olor
que escapa acompañado
por el polen del arrayán lleno de flores
puesto allí para dar consolación.

Viene el día, y raudo se acerca,
que al galope saldrá
sobre su caballo alazán
el Amado tras los mirtos
para hacer Su justicia
en esta tierra mía
que sufriendo tanto está.

Escondido en el pico de un ave mediterránea
el arrayán llegó a Colombia
y se dejó caer sobre las cordilleras
Central y Oriental.
Desde sus alturas
se planta como esperanza
para la madre y la novia
que en sus hojas perennes
sus lágrimas de amor dejaron reposar.

Paula Cardona González es una periodista colombiana de 37 años, peregrina hacia el Cielo desde 2005. Con su esposo Andrés Ballén Serrano ha celebrado 12 aniversarios y es mamá de Lucas e Isaac, de 6 y 4 años. Sirven a su Salvador y Señor en una pequeña iglesia de Colombia, ubicada en Rionegro, una ciudad del departamento de Antioquia. Como profesional trabajó para el periódico EL TIEMPO de Bogotá, en el área digital y prensa escrita. Tomó la decisión de renunciar para servir a su familia, y aunque la mayor parte de su tiempo la tiene dedicada al hogar, sigue escribiendo historias en el corazón.

Lee aquí el poema ganador del 2do lugar, escrito por Wilfredo Weigandt de Argentina

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